Ciertamente esta época navideña me hacen recordar un sinfín de películas, particularmente las de género familiar que aborrezco tanto pero que veo en igual medida por disponer sólo de los canales nacionales de televisión. Pese a ello la navidad este año me trajo consigo el grato recuerdo de esta película que atesoro tanto. Esto sucedió debido a la invasión publicitaria de los osos de peluche Coca-Cola en el sistema masivo de transmilenio, además de la intervención de mi ex-cómplice de trasnochadas nazlonga la cual, enferma por este tipo de objetos, recurrió a mí para conseguir tapas para canjearlos (conociendo mi adicción a esta bebida). Al ver diariamente aquellos osos que parecen pagar tributo a una botella recordé que la misma fue protagonista en esta gran película: Los dioses deben estar locos.
No tenía pensado escribir sobre esta película pues tengo una lista de opciones que en el momento me llamaban más la atención, pero por los hechos terminé viéndola nuevamente y me sacó varias sonrisas en un mal día ganándose así mi tiempo y un lugar en el post semanal.
La historia se desarrolla en el desierto de Kalahari cuando Xi (N!xau), un bosquimano recoge una botella vacía de Coca-Cola que botó un piloto de una avioneta. Xi considera este objeto como un regalo de los dioses y lo lleva a su aldea. Los aborígenes de esta aldea se muestran como una comunidad feliz, pacíficos, sin contrariedades que consideran que los dioses les proveen todo para su sustento. La botella genera discordias en la comunidad y por esto Xi decide devolvérsela a los dioses viajando ‘al extremo del mundo’ para deshacerse de esta.
Otras dos historias se desarrollan en este filme. La primera son las travesías de un naturalista blanco de nombre Andrew Steyn que estudia los elefantes y las de una profesora blanca llamada Kate. La segunda es sobre un revolucionario comunista, Sam Boga, que realiza un atentado contra el presidente Ken de la republica de Batsuana. Una serie de sucesos hace que estas historias se vinculen generando diversas situaciones inesperadas y cómicas.
Esta película fue dirigida por Jamie Uys en Botsuana con bajo presupuesto, pero obtuvo gran éxito en todo el mundo. Para mi sorpresa, esta película tuvo cuatro secuelas de las cuales sólo he visto dos. N!xau ó G!kau (así encontré el nombre) participó en todas las películas y según IMDb, para el éxito que obtuvo la serie, la paga para el actor fue baja y además perdió gran parte de su salario por no reconocer el valor del dinero.
Considero excepcional el trasfondo ideológico de esta comedia simple; la confrontación cultural, los paisajes, la narración en off, la ridiculización de la guerra y este humor de lo “absurdo” hacen que para su tiempo sea una gran producción.
Espero que vuelvan a ver este clásico y les traiga gratos recuerdos y un buen momento como a mí.