LA SERPIENTE QUE SE MUERDE LA COLA

22 Oct

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En uno de sus escritos más afortunados, El vizconde demediado, Italo Calvino parte en dos a su protagonista. Cada una de las mitades continúa viviendo por separado pero lo más relevante es que la personalidad del personaje también se divide. Una de las mitades se lleva la maldad y la otra la bondad. Resulta que no se sabe cuál de las dos partes es más detestable y antinatural, así que al final el personaje tiene que volver a unirse para ser una persona querida y completa de nuevo.

 

Dijo el mismo Italo Calvino que con ese relato quería mostrar “la aspiración a sentirse completo por encima de las mutilaciones que impone la sociedad”. Y es que no hay personas buenas o personas malas, sino seres complejos hechos de un sin número de contradicciones. Lo que pasa es que a medida que vamos creciendo en un entorno social se nos obliga a asumir roles a perpetuidad, lo que por supuesto va limitando nuestro ser. Sin embargo, las varias facetas de nuestra personalidad van a permanecer dentro de nosotros, riñendo con esa faceta que nos esforzamos cada día por mostrar y mantener. Recuerdo a una profesora del colegio que era fuera de lo común, lo más cercano al vizconde de Calvino que he conocido. Gracias a su parecido con el antagonista del Hombre Araña, algún alumno despiadado le puso el sobrenombre de Green Goblin. La verdad es que sí, parecía un duende irritable, pero sus actos contradecían a su apariencia. Nunca la vi regañar a nadie y es que al parecer había suprimido de sí todas las expresiones de violencia. Los rumores decían que en el pasado la profesora vivió tiempos turbulentos, seguramente violentos y no me extrañaría que cargados de drogas, de los que había salido gracias al yoga y la meditación que la mantenían en ese trance pasivo con el que la conocí. Me imagino que su subconsciente era, no sé siga siendo, una arena en la que se repetía día tras día un duelo a muerte entre la personalidad violenta y la personalidad pasiva.

 

Todo esto me viene a la cabeza después de haber visto Enemy. Los traductores al español le dieron a la cinta el nombre del libro escrito por José Saramago en el que está basada, El hombre duplicado. Es una película excepcional del director canadiense Denis Villeneuve, con una atmósfera pesada, tensionante y sombría, complementada con unas interpretaciones actorales sobresalientes. El protagonista es precisamente un profesor, Adam (Jake Gyllenhaal), que se encuentra inmerso en una cotidianidad de repeticiones abrumadora. Dicho estado se ve alterado cuando el hombre descubre que en su misma ciudad vive un aspirante a actor que es idéntico a él, su sosias. Adam se obsesiona con el sujeto (interpretado por el mismo Jake Gyllenhaal, obvio), cuyo nombre es Anthony, se encuentra con él y crea una relación enfermiza que lleva a la destrucción de los dos (de ahí el nombre en inglés de la película, cuya traducción literal sería Enemigo). Como ya se supondrá después de todo lo que he escrito, Adam y Anthony no son dos clones o dos gemelos de sangre sino que son dos expresiones de un mismo hombre. Un hombre que se divide entre un frustrante empleo decente y la aspiración apasionada pero fallida de ser un artista, entre una hermosa novia fría y distante (Melánie Laurent) y una melancólica y leal esposa embarazada (Sarah Gadon), entre adorar los arándanos y odiarlos. Lo fascinante, además, es que la duplicidad Adam/Anthony está enmarcada dentro de la repetición, ya que además de ser seres complejos y contradictorios, tendemos a estar encerrados en ciclos de ires y venires, de aciertos y desaciertos, de eterno retorno.

 

Ese eterno retorno me hace volver al recuerdo de mi peculiar profesora. Ella me contó la historia de Friedrich August Kekulé, un destacado químico alemán que se sentó una tarde a descansar al frente de una chimenea que tenía en su estudio. El hombre comenzó a cabecear mirando el movimiento de las llamas cuando, de repente, vio salir átomos que jugueteaban y danzaban formando cadenas que asemejaban serpientes. Una de esas serpientes se mordió su propia cola y comenzó a girar ante sus ojos. Dicha visión fue la clave que le permitió a Kekulé “descifrar” la estructura anular del benceno, uno de los aportes más notables que se han hecho para el desarrollo de la ciencia. Esa serpiente mordiéndose la cola es tal vez el símbolo perfecto para resumir la película de Villeneuve que tan fascinado me ha dejado.

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Días de cine francés… en blanco y negro

1 Oct

Marienbad

Javier Marías escribió hace poco una columna en el diario El País a la que intituló Si sólo viviéramos los vivos. En dicho texto, el autor da algunos ejemplos que ayudan a ilustrar el problema de que “todo lo que ha habido sea inmediatamente relegado al olvido”. Marías habla de un mundo en el que la gente desconoce desde referencias religiosas como una Pietà hasta referencias culturales tan recientes como Freddy Krueger. Por supuesto, en ese mismo mundo, que no es una ficción sino el lugar en el que vivimos, la gente desconoce el cine en blanco y negro y del cine mudo tal vez ni han oído hablar. En contra de esa tendencia se está llevando a cabo por estos días en Bogotá el 13 Festival de Cine Francés que dentro de su amplio programa abarca películas que datan desde 1933 hasta la actualidad, una maravilla.

 

Maravilloso poder ir al teatro del C. C. Avenida Chile, antiguo Granahorrar, y econtrarse con Los 400 golpes (1959), ópera prima de François Truffaut que le valió en su momento para ganar el premio al mejor director en Cannes. Supuestamente basada en la vida del mismo director, la cinta sigue los pasos de Antoine Doinel (Jean-Pierre Léaud), un púber especialista en meterse en líos, los cuales comienzan cuando un estricto profesor lo descubre con un almanaque de mujeres semidesnudas en sus manos. A partir de ese momento, empujado por una tensa situación familiar y un sistema educativo deficiente, el protagonista va dramáticamente perdiendo el rumbo hasta que sus padres y las autoridades lo dan como un caso perdido. Son varios los momentos geniales en la película, como cuando Antoine lee a Balzac, queda fascinado, le construye un altar, le prende una vela y termina incendiando su cuarto; o la escena en la que el profesor de educación física sale con los alumnos a trotar por las calles de París y al estar tan concentrado en su propio ejercicio no se da cuenta de que todos los niños se van escapando de la fila hasta que sólo queda un par detrás de él. Todos los elementos le van dando fuerza a una escena final en la que resulta imposible no emocionarse con la corrida de Antoine hacia el mar.

 

Magnífico también ir al centro y sentarse en la Cinemateca Distrital para ver El año pasado en Marienbad (1961), cinta dirigida por Alain Resnais, ambientada en un hotel inmenso, barroco, de infinitos corredores y fastuosos jardines en los que un hombre habla con una mujer sobre un supuesto encuentro que ellos dos tuvieron un año atrás en ese mismo lugar, encuentro que ella niega. ¿Cuál de los dos miente? ¿Cuál de los dos dice la verdad? Sinceramente, la película no ayuda mucho a responder dichas preguntas, más bien sirve para enredar la mente con enigmas que se van multiplicando en cada escena. Lo interesante es que durante los 94 minutos que dura la proyección, sin necesidad de una historia concreta y diáfana, Resnais logra sumergir al espectador dentro de un universo que a pesar de lo misterioso e incomprensible resulta sumamente atractivo. La verdad es que cuesta pensar en experiencias más auténticas e intensas que desplazarse por los recovecos del hotel Marienbad e ir formulando toda clase de hipótesis fallidas con el fin de darle forma a una historia que no es historia.

 

Excelente es, en fin, tener la oportunidad de toparse en los teatros de Bogotá con esos blancos y negros de Truffaut, Resnais, Godard, Renoir y Bresson, entre otros, ya que no son simples documentos históricos sino que son obras majestuosas que se alzan por encima del paso de las décadas.

13 Festival de Cine Francés en Bogotá del 25 de septiembre al 8 de octubre en las salas de C. C. Avenida Chile, Cinemanía, Cinema Paraíso, Cine Tonalá, Multicine San Martín, Cinemateca Distrital y Babilla Moviplex.

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Todos llegamos tarde… o a destiempo

19 Aug

Deformando el “todo nos llega tarde” del poeta Julio Flórez, podría uno decir que “todos llegamos tarde” o por lo menos a destiempo. Bien lo supo Sigmund Sommer, dueño del caballo de carreras Sham. El animal estaba destinado genéticamente para convertirse en leyenda ya que su corazón pesaba 8.2kg, aproximadamente el doble del promedio del de un corcel común y corriente, lo que le daba una potencia sin igual a la hora de competir. El problema fue que Sham tuvo como rival a Secretariat, un perisodáctilo sobrenatural con un corazón de unos 10.0kg que lo humilló en cuanta competencia pudo (la historia fue transformada en película por Disney). La situación no ha sido exclusiva de los hipódromos y en el cine más de uno ha tenido que aprender la lección.

Cuando los productores de Blancanieves, maravillosa cinta española de 2012 dirigida por Pablo Berger, compraron el proyecto seguramente lo hicieron creyendo que la iban a sacar del estadio por lo novedoso del mismo. El principal atractivo era que iba a ser la primera película de cine mudo hecha desde los años 20. Sin embargo, mientras el filme ibérico estaba todavía en producción, en mayo de 2011 se estrenó en Cannes The Artist, un trabajo también maravilloso que le rindió homenaje a esas películas mudas que hace décadas habían dejado de producirse. Para rematar, en 2012 se estrenaron Mirror Mirror y Snow White and the Huntsman, basadas en el mismo cuento de los Hermanos Grimm en que se basaba el proyecto español. Eso quiere decir que para cuando se estrenó Blancanieves la historia ya estaba más que trillada en la cartelera y la novedad del mutismo había dejado de serlo. El resultado fue que la película que estaba destinada a hacer historia terminó convertida en una curiosidad de cinéfilos.

Una situación similar se presentó a finales de los 80. El aclamado director checho Milos Forman (One Flew Over the Cuckoo’s Nest y Amadeus) se econtraba trabajando en el libreto de lo que sería su próxima película basada en la novela francesa del siglo XVIII Les Liaisons dangeresuses cuando se anunció que Stephen Frears estaba preparando también una versión cinematográfica del mismo libro. La carrera la ganó Frears y en diciembre de 1988 se estrenó Dangerous Liaisons. La acogida fue espectacular y el filme fue postulado a siete premios Oscar, incluyendo por supuesto el de mejor película. Menos de un año después, en noviembre de 1989 Forman estrenó su versión, Valmont. La historia era prácticamente la misma y las comparaciones fueron inevitables. Valmont no gozó de mucho éxito ya que el público y la crítica no encontraron ninguna contribución notable a lo que su predecesora había ya mostrado, una lástima porque la película es realmente entretenida.

Hace poco se publicó en Total Film un lista con las 30 películas más infravaloradas de los 90 y seguramente la causa raíz de su fracaso fue el momento inapropiado en el que vieron la luz. Malditas sean las circunstancias de tiempo y lugar, que le negaron la gloria a Sham, Blancanieves y Valmont. Pero bendito sea el cine que permite que con el tiempo se reivindique a quienes lo merecen. No será tarde entonces para disfrutar de Maribel Verdú en su papel de madrastra perversa de Blancanieves y de la interpretación que hizo Colin Firth del libertino vizconde de Valmont.

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Los alemanes se muestran

27 Jul

ALEMANÍACuando se habla de cine alemán me vienen a la cabeza títulos como Nosferatu (1922), Metropolis (1927), Good Bye, Lenin! (2004), Das Leben der Anderen (2006) y por supuesto Gegen die Wand (2004), que fue la inspiración para la primera entrada que se publicó en este blog. Todas las películas que acabo de mencionar son para mí maravillosas y por eso me emociono cada vez que una producción cinematográfica teutona se hace espacio dentro de la cartelera colombiana y no me queda más que celebrar la Muestra de Cine Alemán organizada por el Goethe-Institut de Bogotá que comenzó el jueves pasado. Tuve la fortuna de asistir a la primera proyección de la Muestra en la que se presentaba Zwei Leben (2012), o Dos vidas en español, película de misterio en la que se cuenta la historia de una mujer víctima del legado nazi y de las truculencias de lo que fue la República Democrática Alemana (RDA).

El legado nazi es el de los niños noruegos de Lebensborn. La historia se remonta a la ocupación de Noruega por parte del III Reich entre 1940 y 1945. Durante ese período, el ejército alemán consintió que sus integrantes se relacionaran con mujeres noruegas a las que se veía con buenos ojos en términos de su pureza de raza. Miles de niños nacieron producto de esas relaciones, niños arios dignos de la protección de los nazis. Por esta razón, Noruega fue una de las sedes del programa Lebensborn, palabra que significa “fuente de vida”, que le ofrecía asistencia a madres solteras de raza aria para que sus hijos nacieran en buenas condiciones y su crianza pudiera ser monitoreada por el gobierno alemán. En muchos casos, dicha asistencia terminaba en que los niños eran separados de sus madres y llevados a orfanatos en Alemania.

Las truculencias de la RDA están representadas por la siempre temida Stasi (servicio secreto de inteligencia de dicha República). Se dice que mediante una intrincada red de espionaje, las sociedades de países vecinos a la RDA, como Noruega, fueron infiltradas por personas que al parecer llevaban vidas comunes y corrientes y que aun hoy siguen en el anonimato gracias a la destrucción de mucha de la evidencia documental que pudiera existir.

Ambientada en 1990, Zwie Leben, dirigida por Georg Maas y basada en una novela de Hannelore Hippe, construye una trama de ficción a partir de la noticia de la aparición del cuerpo quemado de una joven en los bosques cerca de Bergen, Noruega. La posible conexión entre ese cuerpo, el mencionado tráfico de niños y la red de espionaje de la Stasi son reveladas a través de Katrine Evesen, interpretada por Juliane Köhler, una mujer con secretos escondidos durante décadas que salen a la luz con la caída de Berlín y el afán de activistas de los derechos humanos por escudriñar en lo más oscuro de la historia.

La Muestra de Cine Alemán, que se lleva a cabo en las salas de Cinemanía y la Cinemateca Distrital, comenzó el 24 de julio y terminará el 1 de agosto. Además de Zwie Leben hay otras ocho películas para escoger, vale la pena echarles una mirada.

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About time (2013) – Dir Richard Curtis

20 May

Cada día me encuentro con una persona nueva que nunca pensaría que me dedico en secreto a consentir a un fantasma en una tolva contándole sobre películas. De vez en cuando aparece una persona que se interesa en el bienestar del pobre fantasma y nos regala un aporte para la causa. En ésta ocasión la señorita Luludaino nos sorprende con éste grandioso aporte.

Sobre About time, por Luludaino.

Quién no ha pensado alguna vez: “Ojalá pudiera devolver el tiempo para no decir eso”, “Si tan sólo pudiera revivir todos los momentos vividos con ella”, “Ojalá pudiera regresar y no dejarla ir”. Esa es la premisa de About Time, la última película del director británico Richard Curtis, un experto en comedias románticas que se encargó de traernos clásicos como Cuatro bodas y un funeral, Realmente Amor y El Diario de Bridget Jones, personalmente una de mis películas favoritas ya que retrata de manera muy cómica pero real la presión que la sociedad ejerce sobre las mujeres a medida que vamos llegando a etapas avanzadas de nuestra vida solteras y sin haber alcanzado la “realización” personal. Esperen de mí muchas reseñas de comedias románticas, ya que a pesar que soy una amante de todo tipo de cine, también soy mujer y como a todas,  a veces me gusta creer en esas historias de amor imposibles con finales felices a pesar de todos los obstáculos, así la vida real no sea para nada así.

About Time cuenta la historia de Tim Lake, un joven tímido, poco atractivo y nada popular socialmente, cuyos problemas para conquistar mujeres y tener novia se compensan con el amor de una familia muy particular, compuesta por un tío loco y con problemas de memoria, una mamá estricta y poco expresiva sentimentalmente, una hermana loca de atar pero descrita por el mismo Tim como “la cosa más maravillosa del mundo” y un papá que lo es todo para él, un ex profesor inteligente, sincero y sabio, con un secreto que se convertirá en el hilo conductor de toda la película.

A sus 21 años, a Tim le es revelado por su padre que tiene la capacidad de viajar en el tiempo, así como la tiene él y todos los hombres de la familia. Nunca pueden viajar hacia el futuro, solamente hacia el pasado, y si llegasen a tener hijos, nunca podrían volver a viajar en el tiempo antes de haberlos tenido, ya que eso desencadenaría que cada vez que regresaran al presente su hijo sería diferente. Desde ese momento, Tim utilizará ésta habilidad para hacer con su vida personal lo que no había hecho antes, especialmente para tomar más riesgos y superar sus inseguridades con el único objetivo de encontrar el amor. Tendrá segundas, terceras y hasta cuartas oportunidades, y de ese modo vivirá situaciones que lo llevarán a conocer la desilusión, el desamor pero también la ilusión y el amor, representados en Mary, una norteamericana espontánea, divertida e intelectual, que se convertirá en el amor de la vida de Tim.

A pesar de no ser una película con un argumento poderoso, está llena de pequeños detalles y con eso logra transmitir un mensaje poderoso: que aunque muchos de nosotros quisiéramos tener la habilidad de viajar en el tiempo para corregir nuestros errores del pasado, es posible que un día nos demos cuenta que la magia no está en hacerlo, sino en vivir cada día como si fuera el último y aprender a disfrutar las pequeñas cosas que nos rodean, las personas que escogemos para que nos acompañen en el viaje y también las que no. Es una película con un relato simple, sin pretender nada innovador, pero refrescante y entretenida, que renueva desde una perspectiva optimista el valor de la familia.

Domhnall Gleeson en el papel protagónico logra convencer como el tímido y acomplejado Tim, interpretando un personaje que crece poderosamente a lo largo de la película y nos lleva a recorrer más de 10 años de su vida, siendo testigos de cómo la habilidad para viajar en el tiempo moldea su personalidad y lo ayuda a amar todos los días más y mejor a Mary, interpretada por Rachel McAdams, una de mis actrices favoritas y quien se ha convertido en un ícono de éste género desde su estupenda participación en The Notebook. McAdams logra darle al personaje de Mary los toques de inocencia y dulzura suficientes para hacerla la compañera perfecta de Tim.

Definitivamente los invito a que la vean, y aunque muchos puedan pensar que ésta película se queda corta en efectos especiales que muestren de una mejor manera los viajes en el tiempo, la verdad es que Curtis no está queriendo plantear una gran historia sobre viajes en el tiempo, sino que todos pensemos en el valor que verdaderamente le damos al tiempo, a las personas que nos rodean, y cómo debemos aprovechar cada minuto que tenemos como si fuera el último, porque si lo hacemos, no querríamos devolver el tiempo así tuviéramos la oportunidad de hacerlo.

PÁLIDO ALI

24 Mar

El primer recuerdo que tengo de una transmisión de Juegos Olímpicos es el de un hombre negro, viejo y tembloroso encendiendo la antorcha olímpica con un estadio colmado de gente coreando su nombre. Yo, en mi pueril ignorancia, tuve que preguntarle a mi mamá quién era ese tipo. Ella miró el televisor e inmediatamente respondió: Mohamed Ali. Mi mamá, a la que poco y nada le interesa el deporte, me contó que él era el boxeador más grande de todos los tiempos y se mostró conmovida al notar que estaba sufriendo de Parkinson, el cual ella atribuyó a los golpes recibidos en la cabeza durante su carrera profesional. Entonces, el hombre al que yo estaba viendo no era un tipo cualquiera, era una leyenda viviente. Al pasar de los años he seguido oyendo, viendo y leyendo cosas sobre M. Ali, que además de haber sido uno de los mayores deportistas que ha dado el mundo también es fue uno de los personajes más influyentes y controversiales de la historia de los EEUU. Es por esto que no es de extrañar que Hollywood haya producido una película basada en la vida de este mítico hombre. La obra en mención se llama Ali, fue escrita y dirigida Michael Mann, protagonizada por Will Smith, se estrenó en Colombia en el año 2002 y yo la pasé por alto hasta 2014, año en el que al fin la vi. La parte triste de la historia es que la película está muy por debajo de la grandeza del personaje.

Empezaré diciendo que Ali nunca me la recomendó nadie, por fortuna, la vi motivado por una visita al Muhammad Ali Center en Lousiville, ciudad natal del boxeador. El Center es un lugar dedicado a difundir los seis principios sobre los cuales se supone que él construyó su legado: confianza, convicción, dedicación, dar, respeto y espiritualidad. Para mí fue una visita bastante entretenida ya que la exhibición reconstruye la leyenda acertadamente y sin esconder al ser humano lleno de errores y contradicciones detrás de ella. La película se me antojó como lo que podría ser un complemento perfecto para lo visto en el museo. Sin embargo, lo que me encontré fue una obra muy larga, plana y mal narrada.

El filme cubre la vida de M. Ali desde 1964, cuando obtuvo por primera vez el título mundial de los pesos pesados, hasta 1974, cuando reconquistó el mismo título en una legendaria batalla llevada a cabo en Zaire, con la adición de una escena inicial que lo muestra de niño. Esto significa que se cubren los 10 años durante los que Cassius Clay, el nombre original de Ali, dio los pasos necesarios para convertirse en un personaje de relevancia mundial tanto por sus logros deportivos como por sus posturas políticas y teológicas. Por mencionar algunos hechos, durante esos años el mítico boxeador se convirtió en militante de la Nación del Islam, , se cambió de nombre, se casó dos veces y se le prohibió pelear profesionalmente durante tres años después de que se negara a prestar servicio militar. Resumir en una película esa década en la vida de una persona tan activa, importante y controversial no es una tarea sencilla ya que el material es mucho y denso. Más titánica aún es la tarea de desvelar al ser humano y las conexiones emocionales que hay por debajo de ese mar de hechos. Es precisamente en ese último aspecto en que falla Ali. La sensación que queda es que la película no deja mucho más que el artículo sobre M. Ali que aparece en Wikipedia. La narración es una sucesión superficial de hechos y el ser humano detrás de ellos nunca sale a la luz. Inútiles resultan los esfuerzos por dramatizar la historia con la inclusión dentro de la trama de momentos de cortejo, peleas maritales y las profundas amistades del protagonista con Budini Brown, Howard Cosell y Malcolm X, ya que se salta de una escena a la otra sin un hilo conductor definido. El resultado es una película que al final no dice nada.

Tan poco hay de fondo en Ali que casi seis minutos de la película son dedicados a ver a M. Ali corriendo por las calles de Kinshasa con una multitud gritando a su alrededor. Una escena larguísima que no aporta nada y merece ir directo al pabellón del olvido.


Sobre el trabajo de W. Smith hay que destacar que por momentos logra parecerse en demasía al personaje de la vida real. A pesar de esto, el Ali de la película no transmite las increíbles energía y vitalidad que son notorias cuando se ven las grabaciones del verdadero Ali. Pero para ser justos, la verdad es que resulta difícil creer que algún actor hubiera podido hacer mucho más que el señor Smith con tan pálido libreto.

Seguramente Hollywood hará algún día una película a la altura del campeón Ali. El filme de Michael Mann fue un intento fallido. Al que quiera empaparse de la vida de este magno atleta y figura pública tal vez le vaya mejor dirigiéndose a When We Were Kings, Facing Ali o cualquier otro documental que se encuentre por el camino.

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LA BUENA, LA MALA, Y LA FEA

2 Mar

 La buena: El cine ha traído varias historias sobre el amor y la muerte, pero uno no encuentra con frecuencia nuevos enfoques para este tema. Michael Haneke rompe este modelo con un relato que se basa en el efecto del amor sobre la muerte y viceversa. Me refiero a su exitoso filme titulado Amour.

La película trata sobre una pareja de ancianos jubilados, Georges y Anne, profesores de música de profesión, que pasan por el desafío más grande que prueba la fortaleza de su vínculo de amor. Esto sucede cuando Anne sufre una apoplejía que la incapacita parcialmente, ocasionando que Georges asuma un nuevo rol y diferentes retos en la relación.

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Amour es una extraordinaria experiencia dramática que va más allá al común de filmes. Presenta la vejez de una manera que refuta el estereotipo cinematográfico de la edad, mostrando un aspecto real del final de la vida de las personas. Lo asevero por experiencia propia. Una historia que perdurará en la mente del espectador ya que al terminar la película uno ha sido testigo, reflexionado, y aprendido de aspectos del amor y la muerte que puede que no hayan pasado por su mente. La actuación de los veteranos actores franceses Jean-Louis Trintignant y Emmanuelle Riva es casi impecable.

En pocas palabras, Amour es la buena porque es una película inolvidable y única en su clase de dos horas de tormento (dramático) de la que, al final, el espectador probablemente no se arrepentirá.

La mala: aunque me encantaría escribir sobre cualquiera de Dago García, es The Last Stand protagonizada por Arnold Schwarzenegger.

Como he mencionado en anteriores publicaciones  soy un amante de las películas de acción, por ejemplo (así muchos me critiquen) soy fiel fan de la saga de Die Hard, y por ende de sus protagonistas como lo es el señor Schwarzenegger. El filme trata sobre un capo mexicano amante de la velocidad que es capturado por el FBI y que en camino a su juicio escapa gracias a su banda. Con los federales y FBI buscándolo no le queda otra salida que cruzar la frontera, una hazaña que la dificultan éstas entidades. El mejor camino para ello es usando una ruta por un pequeño pueblo fronterizo de Sommerton Junction. Sin embargo, él desconoce que el Sheriff del pueblo, un rudo inmigrante australiano con un peculiar grupo de subordinados, no permitirán que el malhechor se salga con las suyas.

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Es la mala porque no es el “regreso triunfal” de Schwarzenegger como muchos mencionaron, porque no es realmente innovador y muestra un Arnold bien acabado por los años, en su faceta de siempre que ya no le luce. Y no es que tenga algo contra el tipo, de hecho gracias a la tv local me he entretenido por años viendo innumerable veces Commando, Predator, Total recall, True Lies, entre otras. Me encanta la acción sin sentido, pero por alguna razón ésta película simplemente aburrió. Claro que tiene sus momentos, pero son tan cortos como los diálogos de Arnold. Al finalizar la película uno siente que la mitad fueron charlas en los comandos del FBI y esas organizaciones, lejos del foco actual que era la salida por la frontera. Además, los compañeros del Sheriff dejan mucho que desear.

Por Dios, sólo espero que este señor culmine The Expendables 3, la saga de Terminator y se dedique a disfrutar sus ganancias.

La fea: fue difícil de elegir. Tras el decepcionante detalle de “El Mandarín” (un crimen para los fanáticos del comic) estuve cerca de postular a Iron man 3, pero un re-make que vi por Mr. Diego hizo cambiar mi opinión. Evil Dead por Fede Alvarez es la fea en esta ocasión.

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Evil dead es la nueva versión de la película de culto The evil dead, de 1981, donde cinco amigos se esconden en una remota cabaña. Allí descubren un libro de los muertos y, sin querer, invocan a los demonios latentes en los bosques cercanos, los cuales poseen uno a uno a los jóvenes mientras los demás luchan por sobrevivir.

No es fea porque sea de horror, por algunas actuaciones regulares, o por el “demonio” en sí. The Evil Dead dirigida por Sam Raimi, es un filme destacado por generar horror y suspenso puro. Más allá del gore y los efectos de la época, lo que la llevó a ser apreciada y renombrada en su género fue la trama sobre la maldad, lo que un demonio haría, hecho tras hecho sin precedentes, y siempre a la expectativa de “¿qué carajos va a ocurrir ahora?”- Y así estaba bien, por allá en los 80’s.

La versión actual nos trae una historia con una base similar a la original decorada con los “maravillosos” efectos especiales actuales. No es una mala película, pero después de ver las dos versiones quedé descontento. La mejor manera de expresar mi decepción, es catalogándola como “Torture porn” que se define, de manera coloquial, como una clasificación a las películas de horror de Hollywood sin ninguna historia y llenas de gore morboso (como Hostel, por ejemplo). Cabe resaltar que Alvarez intentó mantener la esencia de la versión original y asumió el reto de enfrentarse al “prestigio” de ésta.

La recomiendo sólo/únicamente para “pasar el rato” y saltar un par de veces de la silla (gracias a un par de sustos baratos).